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tintero

Uncle Albert? o El soldado desconocido

Fantásticas historias contaban mis padres acerca de su juventud, desde su soltería hasta que se conocieron y forjaron una relación; en realidad dos mundos totalmente diferentes pero con muchas cosas en común. Era grato escucharlos después del desayuno, cuando sin darnos cuenta del tiempo comenzabamos a cuestionar acerca de la familia y el interrogatorio, terminaba en una larga y divertida sobremesa. Ellos, cada uno, relataba vivencias personales que nos mantenían entretenidos a todos, pero de la misma forma, sin darnos cuenta, desviaban la plática en forma inteligente, y nos quedabamos con las dudas de toda la vida, pero nos dabamos por bien servidos, con lo que habiamos escuchado nos bastaba.

Corría el año de 1956, 57, aprox. en la revolucionada Ciudad de México, en la Colonia Prohogar y para ser más exactos en la calle 15; los abuelos, oseace mis papas como ahora los llamo, eran unos pubertos en flor, esto quiere decir que estaban a punto de turrón. En la radio se escuchaban canciones de la Sonora Matancera, la Santanera, Pablo Beltrán Ruiz, y Luis Arcaraz; música también de las Grandes Bandas, como Glen Miller, Ray Anthony y algunas orquestas de danzón; supongo que en ese entonces todavía se dejaban escuchar el Cha-Cha-Cha, y algunos cuantos trios. El Tata, (mi papa) corría bicicletas en un equipo de la Colonia que se llamaba “Club Unión”, extraña afición, que avandonó con el tiempo; y también corriá una que otra bicicleta en las calles de dicha Colonia; eso si, no le gustaba pedalearle la bicicleta a los compañeros, ¿O sí?. La Gechu, según mi máquina del tiempo, se dedicaba al hogar, — creo que estudiaba una carrera comercial y a servirles la cuba al Tío Lalo, al chato, al pifas y toda la bola de briagos amigos de dicho personaje. Ella nos pláticaba del racho , de Mamá Jinitos, de la viejita de la zalea, y de un lugar que hasta la fecha no he tenido el gusto de conocer, El templo de "Gante”, y que tal vez ya no exista. Este lugar, como muchas otras cosas, siguen siendo como un mito o una leyenda, … Enigma es la palabra correcta.

Desconozco si los amigos de Papá, eran amigos de Mamá o viceversa, o si eran de la misma palomilla… no se, lo que si alcanzo a comprender es que la Gechu era medio apretada y el Tata era muy querendón. En realidad no recuerdo a muchos amigos que ellos mencionaran, pero por mencionar algunos están: Isidro, Judith, Ricardo (El cacho), La Teté, Victoria, Beto, Tío Ramiro, Tía Irma, y algunos que ya no recuerdo, aahh… La Monina y el Tío Alberto.

…Uff, El Tío Alberto, que persona tan enigmática, este en verdad es un caso para misterios sin resolver o para la araña, así como ”Gante“, así como los abuelos paternos, Jehova y Mario, así como Olimpia y Mayito, como el abuelo Quirarte y así como toda la Familia Enigma.

El Tío Beto como lo llamabamos, desde que tengo uso de razón, para mi, su vida y muchas otras cosas han sido secreto de estado; será por su rango en el ejercito o porque simplemente no se podían saber, yo creo que es esto último. No se como y porque llegó a nosotros, de donde venga, como halla sido su vida, hasta el capítulo que yo conozco, y peor aún, Que es de su vida hasta hoy.

La veces que se llegaba a presentar, sobra decir que de manera sorpresiva, porque siempre era una gran sorpresa; nos cambiaba el panorama de nuestros días, sabiamos que esa persona de la que tanto escuchabamos platicar, si existía; era como ver a tu idolo de televisión en persona, podiamos preguntar lo que quisieramos, lo podiamos observar, tocar, y escuchar una que otra de sus aventuras como soldado, que eran muy interesantes; no se a ciencia cierta si eran interesantes o no, tal vez era que cualquier cosa que el mencionara traia consigo mucha chispa, en realidad era la magia de tenerlo entre nosotros. Era de mucho mundo saberse sobrino de un Soldado, y es que no era cualquier soldado, era “El Tío Beto”. Primero lo conocí como Cabo, la ultima vez que lo vi, fue como Sargento, a decir verdad, a mi no me interesaba el rango que tuviera, me bastaba con que existiera y nos diera la oportunidad también, de quererlo y admirarlo.

Tengo algunos flachazos, que me hacen recordarlo con mucho cariño. Recuerdo que en alguna ocasión, de las pocas veces que vino, estaba dormido en la recamara de mis papas y atreviendome a interrumpir su descanso, le pedi mi domingo, a la fecha no recuerdo con exactitud si recibi lo demandado, solo recuerdo que me abrazo, me acerco a su pecho y se durmió profundamente; como pude, intente salirme de sus brazos, con miedo a despertarlo, pero finalmente lo logre; sigiloso salí del cuarto y me dispuse a jugar con mis primos que en aquella ocasión hicieron acto de presencia, con las envidiables playeras de Cepillín; Beto y Fabian, y con su vestido blanco, Adriana. …como olvidarlos?

Este recordatorio, es como un pequeño homenaje que le brindo, porque hasta hoy sigues siendo un enigma en mi vida; no con estas palabras quisiera obligar a nadie a destapar tumbas, remover recuerdos ni mucho menos, porque perdería toda la escencia y la magia que lo rodea, y mis sentimientos hacia él, no cambiarían, prefiero dejarlo como hasta hoy.

Estas lineas, también son una oración y una plegaría, para que en donde quiera que el se encuentre, este con bien, si es que todavía esta entre nosotros; aunque de otra forma daría igual, porque donde quisiera que el estuviera, sigue y seguirá siendo “El soldado desconocido”.

Tintero

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